lunes, 29 de septiembre de 2014


EL ARTISTA Y SU CONDICIÓN: LA SIBILA DEL MISTERIOSO DIOS ARTE.
Juan Fernando Pérez H.

Miguel Ángel Bounarroti, "Sibila Delfica", Bóbedas de la Capilla Sixtina, Roma (1508-1512) 



Es innegable que el hombre desea profundamente, siempre lo ha deseado, asignar una explicación y determinar claramente que es todo aquello que lo rodea; un deseo de conocer pero que también es a la vez deseo de poseer, de controlar, de limitar. Tratar de definir el arte es siempre una paradoja, es tocar una puerta detrás de la cual está la respuesta a la pregunta QUE ES EL ARTE pero que cuando se abre es la entrada a una pared con otras puertas a otro lugares donde hay otro tipo de cuestiones (y mas puertas) que pretenden definirla.

“¿Qué es el arte? Hoy que todo es arte, curadores, artistas, galeristas, ninguno alcanza a definirlo. Según Aristóteles una definición contiene la “esencia de esa cosa”, la definición existe para darle claridad, significado y realidad a algo. En medicina si el enfermo puede describir lo que siente o padece, la enfermedad existe. Si el arte es algo indefinible para un grupo, entonces no existe y no es arte. Anselmo de Canterbury en su prueba ontológica de Dios dice que si se puede tener en el pensamiento la idea de Dios, por grande que éste sea, es porque parte de una realidad y entonces existe. Si los curadores, artistas y expertos carecen de una idea del arte, entonces el arte no existe.”

Avelina Lesper, “Circulo Vicioso”. Artículo.
Disponible en:


El Arte, de ahora en adelante ente divino, y como tal perfecto, ininteligible, infinito y de un sentido que no es totalmente abarca por el entendimiento humano (aunque sea este quien lo crea). Su divinidad sobrepasa la condición humana y aunque se acerque a éste para redimirlo, salvarlo y darle sentido a todos los fenómenos que éste no entiende, sus señales están trazadas por el profundo misterio, el significado oculto, la magia y claro está, la Apolínea adivinación. 

Varios puntos unen el acto Artístico (prueba de la existencia del arte) con la adivinación griega.  

Hay un Dios: Apolo – Arte
Hay un medio: Pitonisa – Artista
Hay un proceso: trance – Conexión con la idea creativa
Hay un mensaje: Oráculo – Obra de Arte
Hay un proceso del lenguaje: Adivinación del Oráculo– Entendimiento de la obra.

Así como el Dios Apolo se expresaba en un lenguaje cercano al de los hombres aunque codificado, “ilógico” y cargado de misterio, así el Arte habla al hombre en un lenguaje tan complejo que requiere de la adivinación, la conexión con en términos Nietzchenianos, de la lógica mesurada apolínea integrada con la desbordante sensación de lo dionisiaco para su entendimiento.

Sentimientos y razón al servicio de un solo Dios, el Arte que se sirve de lo bello y lo “no bello” para configurar una experiencia única de placer y turbación en el hombre. 

Por su parte, el artista que se convierte en Pitonisa expresa sus “visiones” en lenguas extrañas y complejas para el común, y hace de su obra el Oráculo del Dios Arte. El “Sibila” se conecta con algo que va más allá de la lógica, puede llamarse mundo onírico, trance metafísico, escucha “la voz de Dios” y sin pensar deja que todo su ser se invada y funcione como medio.

Sobre la pitonisa “Se sabe que la elección de este personaje se hacía sin ninguna distinción de clases. A la candidata sólo se le pedía que su vida y sus costumbres fueran irreprochables. El nombramiento era vitalicio y se comprometía a vivir para siempre en el santuario.”(1).  Se podría decir entonces que el artista se ve inmerso y “condenado” a vivir en su estado, no hay manera que el trance termine y este personaje se convierta en otro ciudadano cualquiera, se dedique a otros oficios y olvide su función, una vida dedicada al Arte.

De la paradoja no hay manera de salir, es la forma en que el hombre hábita la concepción de los estados superiores a su condición, el Arte como Dios lo es todo a la vez: es el llamado, la puerta, el camino, la experiencia, el medio, el mensaje y la redención.

No hay otra forma de recorrer el camino que sucumbir de pies a cabeza, de ser entero, en un legítimo “acto de fe” ante el Arte, disfrutar de sus deliciosos manjares y continuar abriendo puertas, puertas que llevan a mas puertas.


(1)Wikipedia, "Oráculo de Delfos". Disponible en: http://es.wikipedia.org/wiki/Oráculo_de_Delfos


“Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balpamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.”

Julio Cortázar
1963
Rayuela - Capítulo 68
[Capítulo de novela. Texto completo.]

sábado, 20 de septiembre de 2014


El Artista Moderno como un Sublimador de la Sociedad
Juan Fernando Pérez H.


“Concluir algo es una excusa para seguir creando nuevas cosas”


Más que aprender y apropiar aquello de “Apolineo” y “Dionisiaco”, a lo que me lleva la reflexión sobre el tema planteado por Nietzche es hacer un páralelo (el hombre que aprende a partir de comparaciones), entre la forma en que concibieron el Arte en una sociedad como la Griega y como lo estamos haciendo nosotros.

Para mi, un tema que enmarca mi reflexión es la zanja tan onda que ha dejado en la cultura el ideal Judeocristiano de la culpa, planteando al ser humano como algo: 

a) Incompleto: le falta algo, nació sin lo necesario, irá siempre en una búsqueda externa de eso de lo que adolece.

b) Dual y opuesto: el ser tiene un “lado” bueno y otro malo y debe tomar partido, esta idea de lado se refleja en todos los ámbitos (físico, emocional, psicológico e intelectual), separando la integridad natural que hay y generando en muchos casos traumas

c) Imperfecto: la idea de un “humano ideal”, de un cuerpo perfecto, de un tipo de pensamiento correcto, de un comportamiento socialmente aceptable, trastorna las realidades particulares y desvaloriza lo que en principio es valioso, la individualidad y sentido único de cada persona.

De los fundamentos castrantes antes mencionados, que la sociedad ha infundado en cada ser humano (en casos en un grado inconsciente por ser parte de la corriente, en algunos grados mas alto con el fin de manipular), nace sin lugar a duda, el lugar donde se concibe el Arte de nuestros tiempos, un lugar que es a la vez morada y campo de batalla porque el artista se debate entre vivir en la sociedad y como tal un ser totalmente social y entre acudir a su llamado y comunicar aquello que capta y que lo trastoca (sea de la índole que sea) a través de su expresión artística.

Hace falta ahondar más en aquello que somos, emprender un “Viaje hacia el Ser” para ver de que conceptos, ideales y fundamentos estamos configurados, eso, de alguna forma será un reflejo de la sociedad que nos ha “construido”.

“La pulsión sexual -mejor dicho: las pulsiones sexuales, pues una indagación analítica enseña que está compuesta por muchas pulsiones parciales- es probablemente de más vigorosa plasmación en el hombre que en la mayoría de los animales superiores; en todo caso es más continua, puesto que ha superado casi por completo la periodicidad a que está ligada en los animales. Pone a disposición del trabajo cultural unos volúmenes de fuerza enormemente grandes, y esto sin ninguna duda se debe a la peculiaridad, que ella presenta con particular relieve, de poder desplazar su meta sin sufrir menoscabo esencial en cuanto a intensidad. A esta facultad de permutar la meta sexual originaria por otra, ya no sexual, pero psíquicamente emparentada con ella, se le llama la facultad para la sublimación.”

Freud, Sigmund (2011) [Artículo escrito en 1908]. «La moral sexual 'cultural' y la nerviosidad moderna». Ensayos sobre sexualidad. Globus. ISBN 8482233475.


Cada prejuicio, cada idea infundada bajo llave, cada concepto impermeable alejan al ser (el Artista) del entendimiento de su naturaleza como potencia perfecta; no le permite “sublimar” su energía y crear sin limitantes. Así como tal vez lo hicieron los Griegos en su momento, al ver en lo “malo” la equivalencia con lo “bueno”, todo aspecto de si era valido y por ello apreciado.


No queda más que seguir, por mi parte, indagando de afuera hacia adentro para así luego reflejar afuera.


"The false mirror", Rene Magritte, Paris 1928, Museum of Modern Art, New York, USA



Hablando del ser

Este documental toca varios tópicos importantes dentro del desarrollo del ser y el entendimiento de como se subjetiva y se crea la individuación.

"Por si algún día te mueres"
https://www.youtube.com/watch?v=Wq1BSQCkEwo&index=84&list=WL

lunes, 8 de septiembre de 2014

EL ARTE COMO ELEMENTO DIVINIZANTE
(ampliación idea cap. 3)
Juan Fernando Pérez H.



"A través del arte se diviniza al hombre como una apariencia, el hombre se crea una apariencia para poder seguir vivos, Exhatltarse para poder reconocer el lugar de lo bello sin que ello sea desde una sola condición sino en una multiplicidad de acciones. Esto con el fin de liberarse."

Lo que el hombre artista plasma en sus creaciones solo puede tener como materia prima (por más distante que parezca el tópico) sus propias imaginaciones, las apariencias que ha tomado del mundo que lo rodea y de su mundo onírico. Sea cual sea el estado o nivel en el que se encuentre el individuo, lo que obtendrá será sin lugar a dudas una apariencia de la Verdad, puede ser más compleja, más detallada, más estructurada, múltiples si se quiere, pero apariencias al fin y al cabo.

Cuando el hombre se hace consciente de su condición dual (entiéndase dualidad como la capacidad de estar en los dos polos de un mismo valor: frío y calor son dos valores de la temperatura, por ende feliz y triste, noble y bajo, orgulloso y humilde, etc.), y con ella que es diverso en caracteres, se da cuenta que es “imperfecto” ósea que también posee cualidades negativas;  necesita, para llegar a una perfección (la Verdad), asignar a estos valores negativos e innegables de su naturaleza, procedencias divinas tal como lo reciben las positivas.

Por ello la creación de varios Dioses y no un solo Dios, a su imagen y semejanza (apariencias), de algún modo reconforta la pena de la carga dual y eleve su naturaleza a algo Perfecto y justifique de alguna manera sus comportamientos, sea de la tonalidad que sea.  Tener como referente una multiplicidad de valores permite exaltar su individualidad (constructo), de allí que se pueda inferir que en lo “imperfecto” se puede tener la perfección.  Pensar que el hombre sólo vive a través de sus polos positivos, sería poner una carga a la existencia que no permite ser “lo máximo” y no lograr sobrepasar los límites, es más, es vivir limitados a que todo lo bueno se borra con lo malo, es vivir preso en su propia condición y no llegar al disfrute de la misma.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Sobre la "Redención" del hombre, el Arte como medio.
Juan Fernando Pérez H.

"Es necesario comprender la esencial amoralidad de la vida para verle sin miedo ni reparo, para que mengüe el reinado de la forma cárcel, de la forma moral, y advenga la paradójica forma magma o forma que es a la vez impulso (Trieb). Por ello reír, danzar, decir sí en santa afirmación es fundamental para encontrar algo más que vestigios mudos tras la polvareda de la excavación. Grecia debe vivir entre nosotros porque solo se encuentran a la espera de que el anticristiano, el artista, desate las fuerzas dionisiacas dormidas tras la nube moral que hoy le relega a ser un 
objeto de vitrina: muerto y superado."

CARLOS GIRÓN, "Nietzsche, el arte y lo dionisiaco: notas sobre el pensamiento del filósofo alemán.", en Filosofía, http://www.filosofia.mx/.



(hacia 1490)

El Bosco
Óleo sobre tabla • Gótico
48 cm × 35 cm
Museo del Prado, Madrid, España


Al ver la pintura del Bosco “La extracción de la piedra de la locura”, no pude evitar identificar aquel personaje que está siendo intervenido con el artista, al cual las instituciones socialmente establecidas tildan de “loco” bajo sus dogmas (la monja con el libro en su cabeza) y sus ataduras a lo “correcto” y la subyugación de la individuación por el bien común, robando la naturaleza que crece intensamente dentro del artista. 

Contraponer esta imagen con aquella que suscitan las palabras de Carlos Girón, todo un panorama opuesto, que retumba como un dictamen y aviva el espiritu, una voz que impulsa a ser o mejor dicho a dejar de ser, es ver en acción, aunque disfuncional, a las dos fuentes de energía creadora (Apolo y Dionisos); digo disfuncional porque ambas, como “descendientes” del mismo principio, deberían conjugarse para lograr su cometido de retarse y retroalimentarse, crear juntas algo más grande que ellas: La redención del artista ante su condición humana ante la Verdad (lo divino). 

La redención sería ese punto de equilibrio donde el arte producido contiene, se impregna de ambas corrientes: la apolínea (técnica, figurativa) y la dionisiaca (abstracción, expresión abstracta y conceptual), que llevan al artista a convertirse en un embriagado-consciente, un ser dual pero amalgamado, no en disputa, que se permite llegar a un estado del Arte en el cual encontrar paso a paso, la apariencia tras la apariencia.

"¿Es la fiesta también una forma de la apariencia o es ella su umbral de negación?"
Juan Fernando Pérez H.


A través del postulado de Nietzsche, llegar a la “fiesta”, al encuentro con lo Dionisiaco sería desprenderse, como quien se quita un abrigo en la entrada, de la apariencia, de la construcción de yo-individuo y pasar a amalgamarse con el nosotros-colectividad.  Se podría decir que es un encuentro con la “verdad” ya que se es un todo con el Uno siendo participe de una dinámica de retroalimentación donde todos los puntos se interconectan en un solo latir, claro que, asociado con el termino fiesta, debería ser más como una taquicardia que uno simple latir. (Este postulado sería válido, si se piensa que se es primero Apolíneo y luego se entra en lo Dionisiaco). 

En este caso, la fiesta si es un umbral de privación ya en ella se rechaza una apariencia (la individual), pero para entrar a formar parte de otra apariencia (la colectiva) que no es la negación total de la apariencia, ya que este cuerpo que se erige no deja de ser un “individuo” frente a otros “individuos” (ya sea individuo-subjetivo o individuo-colectivo). 

La fiesta, es entonces, una totalidad para aquellos que se han sumergido de lleno en ella (falsa verdad), pero una apariencia más para aquel sujeto yo-colectividad que se encuentra en la dualidad rectitud-desbordada de la creación, que ha equilibrado sus fuerzas Apolíneas y Dionisiacas y que se deleita tanto de sus imágenes oníricas (individuales) y sus imágenes “reales” de la vigilia. 

El estado de embriaguez, y me atrevo a afirmar que incluso el estado de dualidad, serían peldaños de una escalera, una cuyo fin no es muy visible, y a la que denominaremos “camino a la verdad”. Escalinata en la que cada nuevo peldaño es un paso más cerca, una nueva apariencia que es a su vez un nuevo umbral de negación de la anterior y por tanto se le adjudica un valor parcial de negación, no total.

El individuo que recorre esta escalera no llega a conocer la Verdad (verdad como divinidad, como fuente original), porque este “camino” es un cúmulo de apariencias, y la Verdad no se conoce, es un espacio ininteligible (conocer es un proceso del individuo, quien a cada paso no hace más que percibir y a partir de ello construir imágenes, sea desde lo onírico y/o la vigilia, pero imaginaciones finalmente), de la Verdad se logra ser parte, y para llegar a este estado, habría que perder toda noción de sujeto, individuo, cuerpo, ente, etc.; dejar de ser algo, para unirse al Uno totalitario.